sábado, 25 de abril de 2020

GEA... LA MADRE TIERRA LLORANDO POR SUS HIJAS E HIJOS.


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Siempre sucede igual... el barro informe, húmedo y amasado es semejante a la página en blanco del escritor, página que, en esencia, tiembla en la emoción de saberse escrita, de ser protagonista de una historia por narrar, lienzo impregnado de tinta de una crónica inusual.

El barro informe, repito, es una proyección de mil millones de proyectos por diseñar, por definir, por maquetar... es la fórmula infalible de la vida eterna, la alquimia que transforma la energía en materia de una búsqueda especial.

Dejemos que así sea...



Barro negro entre las manos, secuencia mental,  turbulencia en forma de idea, remolino de colores en medio de la brutal sinapsis energética. El cerebro perfila un encuentro, pero si miro mis manos... solo barro negro queriendo ser un proyecto.


La figura dentro de la forma, escondida y replegada hasta el momento en el que las manos deciden descubrirla, arrancando materia, liberando la carga y a pesar de ello...un lamento, débil al principio. Tenue y límpido a medida que la forma se viste en el tiempo.





Barro rojo quiere ser cabello, enredarse, extender el color de la tierra donde los olivos hubieran parido su miel, campo fértil para nuevas primaveras, promesa de un renacimiento en la confianza, aunque la Madre llore, aunque el cabello enjugue sus lágrimas, pañuelo improvisado, manta de su desnudez.


 Gea, la Madre Tierra, Madre de toda mujer, toma cuerpo, arbitra un delirio, verse perpetuada desde su propio recuerdo: sutil  idea pariéndose en la materia.

- Déjame ser... susurra la arcilla oscura perfilándose, en contornos suaves, dentro de su negra piel.
   
 

Barro blanco quiere ser brote, rosa de albas, vida nueva, dulce adorno renaciendo.

Flor de nácar, solitaria, riega el suelo con su olor, fragancia de vida, paz en el alma, promesa divina: la semilla en expansión.







Procesos, secuencias, anhelos llegados del cielo, en la tierra toman forma y en ella, un camino nuevo.

- Déjame ser, déjame expresarme, déjame ver en tus ojos y en el color de tu piel...





Es la Madre la que llora, un lamento de mujer
se marchitan sus conquistas en el dolor de su piel.
Pero queda la esperanza de semillas por el bien.
Se dirige hacia sus hijos y a sus hijas en tropel.
No olvidemos el mensaje que aún debemos responder:
¿Sembrarás en este abrazo de la Madre a la mujer? 
¿Regarás con fortaleza, hombre sabio, este vergel?

Que así sea... por ti y por mi.

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